por el Ing. Agr. Martín Oesterheld[1]
Gino A. Tomé nació en Buenos Aires el 8 de febrero de 1918. Obtuvo el título de Ingeniero Agrónomo de la Universidad de Buenos Aires a los 21 años de edad, con diploma de honor. Se graduó como Master of Science de la Universidad estatal de Iowa, en Estados Unidos, con una tesis sobre genética de Lotus tenuis y Lotus corniculatus que fue publicada en la revista de la sociedad norteamericana de agronomía.
El Ingeniero Tomé desarrolló una rica carrera entre la investigación y docencia en la Facultad de Agronomía de la UBA y la actividad privada. En la Facultad, se hizo cargo del curso de forrajicultura en 1948 con el cargo de Profesor Titular. Como parte de su trabajo de tesis de posgrado, Tomé conoció en Estados Unidos ciertas especies forrajeras que consideró promisorias para la Argentina. Según Tomé, la cadena estacional forrajera estaba hasta el momento compuesta por verdeos de invierno y pasturas de verano basadas en la alfalfa. A Tomé le resultaron especialmente promisorias las especies Festuca arundinacea, Dactylis glomerata y Agropyron elongatum por su potencial para producir forraje en invierno y primavera temprana y así reemplazar a los verdeos por una comunidad perenne. Su cátedra se abocó entonces a realizar ensayos comparativos de diversas variedades importadas de estas especies en distintos lugares del país. De estos ensayos surgió la variedad Alta de Festuca arundinacea como la de mayor potencial y mediante un convenio con el Ministerio de Agricultura, se importaron 320 kg de semilla. Desde ese momento, el aumento de área sembrada fue explosivo hasta alcanzar hoy aproximadamente seis millones de hectáreas. Así quedaron instauradas las llamadas pasturas polifíticas en la Argentina.
En 1966, fue designado Decano de la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la UBA en reemplazo del Dr. Antonio Pires, quien había renunciado en protesta al golpe militar de ese año. A pesar de las difíciles circunstancias en que se desarrolló, el decanato de Tomé fue bien recordado por todos los que han repasado la historia de la facultad. Además de algunas obras edilicias de importancia, su mandato es reconocido por dos asuntos centrales: la reforma del plan de estudios de la Escuela de Agronomía, que resultó en el llamado “Plan 1969,” y el inicio de las actividades de la primera Escuela para Graduados en Ciencias Agropecuarias, en Castelar.
El nuevo plan de estudios reemplazó al de 1957. Cuando se empezaron a graduar los primeros estudiantes con ese plan (1962) el Consejo Directivo propuso elaborar uno nuevo. El decano Foulon nombró una comisión integrada por Gino Tomé junto a los profesores Alberto Soriano, Raúl Quintanilla y Herminio Giordano, los graduados Antonio Angel y Rodolfo Sánchez y los estudiantes Antonio Hall y Luis Barberis. Es interesante resaltar que el decano convocante y cuatro de los ocho integrantes de la comisión fueron luego miembros de número de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria. Bajo el decanato de Pires se siguió trabajando en el cambio de plan y consultando a muchas instituciones (el INTA consultó a todos sus técnicos y se recibieron 117 respuestas). El decano Tomé formó una comisión de profesores titulares que terminó de elaborar el nuevo plan de estudios para la Escuela de Agronomía sobre la base de lo realizado en los siete años previos[2].
¿Por qué resaltar como un hito este cambio de plan de estudios? La respuesta tiene un costado institucional y otro personal. En lo institucional, el plan introdujo orientaciones dentro de la carrera de Agronomía y fue mucho más flexible a las inclinaciones personales de los alumnos. Fue además el plan de estudios que se mantuvo durante más tiempo (18 años) desde que existe la carrera (hubo hasta ahora 11 planes con una vida promedio de 9 años). En lo personal, el plan tenía la orientación “Fitotecnia”, que es la que seguí yo. Si bien en lo exterior parecía tratarse de una orientación destinada a formar profesionales dedicados al mejoramiento genético de los cultivos, se trataba en la práctica de una agronomía de plantas para aquellos interesados en la investigación científica. ¿Qué tipo de alumnos podían desviarse del mayoritario camino de la orientación más generalista (Producción Agropecuaria) seguida en mi camada por literalmente más de 1000 estudiantes e inclinarse por una orientación seguida por no más de 40 que prometía más Matemáticas, Estadística, Química, Fisiología, Ecología y Genética a costa de las materias más cercanas a la producción agropecuaria? Sin duda, aquellos que tenían una fuerte inclinación por la ciencia. El impacto que tuvo esta orientación sobre la planta actual de profesionales de las Facultades de Agronomía y de las Estaciones Experimentales de INTA es inmenso. Una masa importante de las publicaciones agronómicas de este momento se debe al trabajo de graduados de esa orientación. Gino Tomé fue el decano que instauró ese nuevo plan.
La otra gran marca que dejó el decanato de Tomé fue la creación de la primera Escuela para Graduados en Ciencias Agropecuarias (Castelar), que concretó un proceso iniciado bajo el decanato de Pires y para el cual Alberto Soriano jugó un papel fundamental junto a otros. La Escuela, que contaba con la participación del INTA, la Universidad de La Plata y el IICA, fue luego cerrada durante la dictadura de 1976. El proceso continuó luego con la creación de la Escuela para Graduados Alberto Soriano, de la cual se han graduado ya cientos de estudiantes de posgrado.
En la actividad privada, Gino Tomé se destacó por sus trabajos de mejoramiento de cereales. Inscribió 18 variedades, algunas de amplia difusión, como las cebadas Becca, Bonita y Maltería 150, los trigos Massaux Don René y Golondrina, la avena Stanton Massaux y el centeno forrajero Pastoreo Massaux. A mediados de los 70 pasó a desarrollar esta destacada labor en los programas de mejoramiento de Maltería Quilmes y luego en Maltería Pampa, de cuyos criaderos fue fundador y primer director. Por su trayectoria recibió el Premio Bolsa de Cereales de 1991, discernido por esta misma Academia.
Sólo conocí personalmente a Tomé en dos oportunidades: él me entregó el título en la ceremonia de graduación y un mes antes actuó como jurado de mi trabajo de intensificación, junto a Rolando León y Alberto Soriano. Mi trabajo era sobre el envejecimiento de pasturas polifíticas en la Depresión del Salado. No sabía en aquel momento que Tomé había sido un personaje clave, 30 años antes, de que tales pasturas existieran en la Argentina. No sabía que tenía adelante a un profesional excepcional, a quien espero haber hecho justicia con esta humilde reseña2.
[1] Semblanza del Ing. Agr. Gino A. Tomé pronunciada por el Ing. Agr. Martín Oesterheld el día 5 de mayo de 2011 con motivo de su incorporación como Académico de Número a la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria.
[2] El Ing. Gino A. Tomé falleció en Buenos Aires el 13 de agosto de 2009 (N. del E.).