por el Dr. Héctor G. Aramburu1

El 29 de noviembre de 2000, falleció en Goring-on-Thames, cerca de Reading, Inglaterra, luego de largo padecimiento, el Académico Correspondiente (Inglaterra) Sir William M. Henderson quien había nacido el 17 de julio de 1913, en Edinburgh, Escocia.

William Henderson o Gregor como lo llamaban sus amigos, se graduó en el Royal (Dick) Veterinary Collage en 1935 y obtuvo en 1945 el grado de Doctor of Science con una tesis acerca de aspectos cuantitativos del virus de la fiebre aftosa, algo sumamente novedoso en esos tiempos.

La Fiebre Aftosa fue el tema predominante y prácticamente exclusivo de toda su trayectoria profesional y fue por ello que tuvo frecuentes contactos con nuestro país. Efectuó numerosas contribuciones al conocimiento siendo probablemente las más relevantes las relacionadas con el estudio cuantitativo del virus de la fiebre aftosa, los virus variante de la gravísima enzootia aftosa mejicana, el contenido viral post mortem en carnes y vísceras vacunas, un asunto de extremada importancia para el comercio de carnes de la Argentina investigaciones que al llevar el comercio de carnes al desosado disminuyó grandemente la incidencia de la fiebre aftosa en Inglaterra. Confirmó, además, algo muy importante en su momento, el entonces peculiar estado de portador de los animales recuperados de la enfermedad.

Firmó, junto con el autor de estas líneas con quien desarrollara una larga amistad y prolongado contacto desde 1945 y Maurice Shaham, un pionero de la famosa Comisión Americana, los Estudios sobre Fiebre Aftosa de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, que al final de los años 60 consiguieron abrir un tanto el comercio de carnes argentinas con Estados Unidos.

En reconocimiento por los servicios prestados a la Argentina especialmente referidos al mejoramiento de la vacuna antiaftosa en cuanto a su calidad y el entonces difícil y espinoso aspecto del control de su eficacia, fue honrado por el Gobierno Argentino en 1962 al ser nombrado Oficial de la Orden de Mayo y en 1976 en el grado de Caballero, decoraciones que con llamativa y poco reconocida decisión conservó en momentos cruciales de las relaciones Anglo-Argentinas.

En 1959 la Asociación Argentina de Microbiología lo designó Miembro Extranjero, en 1965 la Sociedad de Medicina Veterinaria lo nombró Miembro Correspondiente y en 1982, el 1° de abril, día muy especial para los argentinos, la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria lo incorporó como Académico Correspondiente disertando sobre «Investigación en Fiebre Aftosa. Evaluación de avances recientes».

En su patria, a la que en momentos muy difíciles sirvió en el Ejército Territorial luego de haberse ofrecido para el servicio activo, fue subdirector en 1955 del Instituto de Investigación en Virus Animales, en Pirbright, considerado junto con el Instituto de Rimes, verdaderas «Mecas» del saber aftoso ya que en ambos se conformaron verdaderos equipos y se desarrollaron investigaciones fundamentales. Fue también, ascendiendo, Director del Instituto de Enfermedades Animales de Compton, del Consejo de Investigaciones y finalmente Secretario del Consejo de Investigaciones Agrícolas, cabeza ejecutiva del importante Consejo Británico de Investigación de Agricultura. También Director del Grupo Asesor de Manipulación Genética.

En mérito a sus trabajos e investigaciones, su actuación y sus condiciones personales su país lo distinguió incorporándolo como Miembro de la ilustre Real Sociedad y a la homónima de Escocia y finalmente la Reina Isabel II lo ungió Caballero con lo cual adquirió el apelativo de Sir.

Fue un trabajador persistente y curioso, de muy buenos conocimientos básicos los que fueron bien aprovechados por gobiernos extranjeros en materia de seguridad (bioseguridad), investigaciones en virus y problemas relacionados con la impulsión de la entonces naciente ciencia de la biotecnología. Algunos laboratorios de Canadá y Australia y aún de Estados Unidos son un concreto ejemplo de lo dicho.

Una condición lo distinguía claramente y esa fue la persistencia en la negociación, su esfuerzo rayano en el empecinamiento, para obtener consenso y acuerdos en conversaciones un tanto ríspidas, concernientes con aspectos sanitarios de negociaciones comerciales ensombrecidas por la Fiebre Aftosa.

Fue en general una persona sin estridencias, de voluntad firme y tono manso, que fácilmente ocupaba la segunda línea y su desaparición significa la pérdida de un hombre que efectuó valiosas contribuciones para llegar a mejores niveles de vida por mejora de la producción animal. Dados los variadísimos teatros en los que le tocara actuar, de hecho los 5 continentes, se convirtió en un interesantísimo «causer» lo cual fue grandemente facilitado por su amplia cultura y un especial manejo del idioma de Chaucer, cosa reconocida por sus connacionales.

Un intento de sumatoria de vida de Henderson dice que fue un colega que hizo honor a la Profesión Veterinaria al haberse dedicado íntegramente a uno de los aspectos más importantes, sino el mayor, como es la sanidad animal sin la cual todo intento de producción es inútil; puede haber sangre o pedigree, mercado para vender, alimento para transformar y tecnología para producir, en fin todo cuanto hace a la producción pero si no hay sanidad todo es inútil pues no hay base para edificar.
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1 Nota necrológica del autor publicada en Anales de la Acad. Nac. de Agr. y Vet. 54:LXXXVII y s. 2000.