por el Ing. Agr. Rodolfo G. Frank

Su abuelo, Charles Hary, fue el fundador de la rama argrntina. Si bien en sus comienzos en 1881 estuvo ligado a la actividad industrial prontamente arrendó un campo en Tres Arroyos. Su padre, también llamado Pablo, fue ingeniero y tuvo un estudio de arquitectura, pero adquirió campos a partir de 1915. Pablo Hary, «Don Pablo», nació en Buenos Aires el 1° de julio de 1901. Cursó sus estudios secundarios en el Colegio del Salvador y el Colegio Nacional de Buenos Aires, y arquitectura en la Universidad de Buenos Aires, donde se graduó como Arquitecto en 1923. Sólo dos años ejerció su profesión, dedicándose desde 1926 exclusivamente a la actividad agropecuaria. Su inquietud por la acción comunitaria ya se manifestó en 1940 al fundar la Asociación Rural de Henderson, de la que fue designado presidente. Participó desde ese entonces activamente en varios movimientos vinculados al mundo rural.

Después de viajes de estudios por Europa, Estados Unidos y América Latina, fundó el 9 de marzo de 1957 en su estancia Bersée cercana a Henderson, junto con un grupo de vecinos amigos, el primer grupo CREA, inspirado en los CETA franceses y de los que tuvo noticias por su amigo el Ing. Agr. Enrique Capelle unos dos años antes. El éxito de este grupo, en el cual se reúne la experiencia de muchos años de sus miembros, junto con el conocimiento del ingeniero agrónomo que lo asesora, llevó al poco tiempo a la fundación de otros grupos CREA. Tres años después, el 3 de marzo de 1960 los cuatro grupos existentes se agruparon y mediante el «Acta de Don Roque» dieron nacimiento a una Federación, FACREA, hoy Asociación Argentina de Grupos CREA (AACREA), presidida por Pablo Hary hasta 1969. La idea tomó inusitado impulso y sirvió, además, de modelo para otros grupos similares, tanto en nuestro país como así también en otros de América Latina. Los CREA se multiplicaron rápidamente: en 1965 había 27 grupos afiliados y 13 en período de prueba, cinco años después 76 y 27 respectivamente y después de otro lustro 127 y 7 grupos.

Además de su actividad en el Movimiento CREA, Pablo Hary tuvo destacada actuación en muchos eventos. En 1963 participó en el Congreso Mundial de la FAO en Washington y en 1967 en el Simposio de la OCDE en París, llevando en ambos casos la representación del Ministerio de Agricultura de nuestro país. En 1964 fue designado presidente del «Grupo Rural» de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa.

En reconocimiento de lo mucho que hizo, no sólo por nuestro país sino también a nivel internacional, fue distinguido en 1977 con la Medalla al Desarrollo Agrícola Interamericano, con la cual el Instituto Interamericano de Cooperación Agrícola de la OEA distingue cada año a la persona que más ha contribuido al desarrollo agrícola de su país y de otros del Continente. En 1978 recibió el Premio Massey-Ferguson, que otorga la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria a quienes hicieron una contribución importante al desarrollo agrario. En 1991 el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires lo nombró «Bonaerense Ilustre» y en 1993 la Sociedad Rural Argentina lo designó socio honorario. A su vez, la Universidad de Buenos Aires lo designó Ingeniero Agrónomo «honoris causa» en 1991, a propuesta del Consejo Directivo de la Facultad de Agronomía, que éste aprobara por unanimidad, y convalidada por el Consejo Superior.

Pablo Hary fue designado Académico de Número de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria el 6 de julio de 1989. En su acto de incorporación disertó sobre «Entre ‘cultivar’ y ‘explotar’ ¿agricultura o minería?» enfatizando la responsabilidad de quienes trabajan la tierra: «Se trata de una responsabilidad fundamental, ya claramente inscripta en las Sagradas Escrituras: el Creador dio la tierra a los hombres para que la cultiven, se alimenten y vivan. Y no sólo hoy, sino también mañana y pasado mañana. Es el Segundo Mandamiento del Decálogo. Nada que ver con lo que implica ese término de ‘Explotación Agrícola’. Porque la tierra, señores, no se ‘explota’. La tierra se ‘cultiva’. ‘Cultivar’, ‘explotar’: dos ideas, dos programas, dos filosofías.»

Don Pablo Hary no sólo fue hombre de acción sino también de ideas. No sólo señaló repetidamente la necesidad de preservar el recurso natural suelo también para las generaciones futuras, como lo hizo en la Academia. El acuñó la expresión «inversiones intelectuales» para referirse a la necesidad de incorporar ideas, tecnología e innovaciones en la empresa agraria. Puso énfasis en señalar la importancia de una administración eficiente de la empresa en una época en que las miras estaban puestas principalmente en la productividad desatendiendo el análisis de los resultados económicos. En este sentido, durante su presidencia de AACREA impulsó la «gestión», o sea el análisis económico de la empresa agraria, en una época en que muy pocos lo hacían y la persistente inflación lo dificultaba seriamente. Otra preocupación suya fue el aspecto humano de la empresa: «Debemos ser generosos; dirigentes y jefes de empresa tenemos la responsabilidad de llevar al más alto grado de desarrollo nuestra propia empresa; pero tenemos una responsabilidad aun mayor, que es la de capacitar a nuestros subordinados para que juntos realicemos el presente y elaboremos el futuro» escribió en la Revista CREA en junio de 1969.

Don Pablo Hary falleció en su estancia Bersée el 4 de febrero de 1995 a los 93 años de edad.

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Bibliografía y fuentes consultadas:
Pablo Hary; pensamiento y obra. Buenos Aires, AACREA, 1996. 306 p.
40 años en Movimiento. Buenos Aires, AACREA, 2001. 121 p.
UBA Expte. 176196, Resol. del Consejo Directivo de la Facultad de Agronomía CD 1083 del 2/9/1991 y del Consejo Superior de la UBA CS 1873 del 9/10/1991.