por el Ing. Agr. Sergio Lenardon[1]

 

Recordar a este insigne colega es sin duda un cometido de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria (ANAV), ya que se trató de un pionero de la Fitopatología que desarrolló su actividad profesional en la región del Delta del Paraná a mediados del Siglo XX, en una zona totalmente inhóspita y con enormes desafíos agronómicos en los cultivos que allí se practicaban. En este contexto, con perseverancia y actitud, supo proveer soluciones acordes para el manejo de los distintos patosistemas que se presentaban como limitantes fitosanitarios.

Manuel V. Fernández Valiela nació en Asturias (España) el 17 de abril de 1910 y llegó a la Argentina en el año 1929 donde se radicó en la ciudad de Buenos Aires. Estudió la carrera de Agronomía en la Universidad de Buenos Aires egresando en el año 1940 con el título de Ingeniero Agrónomo. De inmediato ingresó como ayudante alumno en la Cátedra de Fitopatología, teniendo como mentor y ejemplo al ilustre Profesor Ing. Agr. Juan Bautista Marchionatto. En sus años de estudiante, Fernández Valiela y publicó apuntes de las clases de Fitopatología, que posteriormente completó y editó como libro de texto, en el año 1942.

El reconocimiento de su primer libro fue tan relevante, que le valió recibir el ofrecimiento de una beca del Consejo Británico para capacitarse en la Universidad de Cambridge, Gran Bretaña, desde el año 1943 al 1945. En esa prestigiosa universidad afianzó su carrera de investigador científico en la disciplina de la patología vegetal.

Por esos años, J. B. Marchionatto, pionero y referente de la Fitopatología Nacional, a la sazón Director de Sanidad Vegetal del Ministerio de Agricultura y Ganadería, creó en el interior del país la primera red de laboratorios de Patología Vegetal, que se instaló en Estaciones Experimentales Nacionales, cuya finalidad era estudiar in situ las principales enfermedades y plagas que afectaban los cultivos más importantes de cada región. Así surgieron laboratorios de fitopatología destinados a estudiar las enfermedades y plagas de la vid en Cuyo, del maní en Córdoba, de los cítricos en Corrientes y de los frutales de carozo, pepita y de álamos criollos, en Buenos Aires. En este último laboratorio, situado en la Estación Experimental Agropecuaria Delta del Paraná, comenzó a desarrollar sus actividades de investigador el Ing. Agr. Fernández Valiela, a su regreso de la beca efectuada en Gran Bretaña y por una resolución de la Dirección de Sanidad Vegetal del Ministerio de Agricultura de la Nación, se lo designó “Jefe del Laboratorio de Patología Vegetal del Delta-Campana”. Una de las primeras patologías que se le encomendaron estudiar fue esclarecer el patógeno y proponer alternativas de manejo de la llamada «podredumbre de las raicillas de los cítricos», una enfermedad de gran importancia que había ocasionado la muerte de más de dieciocho millones de plantas en las provincias mesopotámicas e inestimables daños a las producciones de plantas de naranjo, pomelo y mandarino injertadas sobre plantines (pie) de naranjo agrio. Las investigaciones con esta enfermedad le valieron la distinción del Premio Nacional en Ciencias Naturales y Biológicas (Comisión Nacional de Cultura) correspondientes al trienio 1951-1953 por el trabajo «Tristeza y podredumbre de las raicillas de los cítricos en la República Argentina».

Además de las tareas propias de científico, Fernández Valiela se desempeñó como jefe de ese laboratorio, actividad que ejerció durante muchos años. Estando en estas funciones tuvo una anécdota muy recordada que se originó a mediados del año 1948. Por una disposición del Ministerio de Agricultura de la Nación, se transfería al Gobierno de la Provincia de Buenos Aires todas las instalaciones del laboratorio, incluidos terreno e infraestructura edilicia, para la radicación de un vivero provincial a los efectos de proveer especies arbóreas para la forestación de las islas del Delta. Frente a esta inconsulta decisión, sorprendió en gran medida la férrea resistencia del director del laboratorio, que tras intensas gestiones consiguió rever el acto administrativo, hecho muy valorado y trascendente, apreciado por la comunidad allegada y los empleados del laboratorio. Esta intransigente y perdurable acción personal significó un hito crucial para la región y los agricultores de la misma ya que garantizó la permanencia de ese importante laboratorio de diagnóstico y manejo fitosanitario.

Con la creación del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), a fines de 1956, las instalaciones del Laboratorio de Patología Vegetal se transforman en el germen de la Estación Experimental Agrícola (EEA) Delta del Paraná del INTA, desde la cual se asesoraba a los productores isleños en lo relativo a métodos de extinción de plagas, introducción y obtención de nuevas variedades y/o especies de frutales de carozo, nogal pecan y forestales factibles de explotar en el área de influencia, y además cría de carpincho en cautiverio, de faisanes, desarrollo incipiente de la lombricultura, huerta orgánica y apicultura. El Ing. Fernández Valiela desempeñó las funciones de Director de esta Estación Experimental desde el año 1958 hasta 1977 en que se acogió a los beneficios jubilatorios y el Consejo Directivo del Centro Regional Entre Ríos – INTA, impuso su nombre al edificio principal de dicha Experimental por los valiosos servicios prestados al sector agropecuario y a la institución por Resolución 17/97.

Otra arista importante de su legado lo constituyó su minuciosa y detallada recopilación de enfermedades en diversos cultivos que se tradujeron en Libros publicados bajo los títulos de: «Introducción a la Fitopatología» (primera edición en 1942, segunda edición 1952 y tercera edición con cuatro volúmenes: I – Virus, 1969; II – Bacterias y Enfermedades Fisiogénicas, 1975; III – Hongos, 1978 y Hongos IV, 1979), editados por INTA. Posteriormente publicó un importante compendium sobre «Virus patógenos de las plantas y su control» tomos I y II, año 1995, editado por la ANAV. Desde la primera hasta la última edición, estos libros, fueron bibliografía de referencia en la mayoría de las cátedras de Fitopatología del país y del exterior debido a la escasez de bibliografía en español sobre esta disciplina. Esta ciclópea labor amerita el reconocimiento y gratitud permanente de todos los profesionales de la agronomía, por tamaña contribución.

El Ing. Fernández Valiela fue incorporado a la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria como Académico de Número el día 11 de octubre de 1985, por su fecunda trayectoria en fitopatología y sus logros científicos, posteriormente un plenario lo nombró Académico Emérito, por su destacada y meritoria actuación dentro y fuera de la Academia el día 12 de mayo de 2011. Asimismo, durante su vida profesional recibió otras distinciones como la “Award of Merit” de la división del Caribe de la American Phytopathological Society (APS) en el año 1974 y Miembro Honorario de la Asociación Latinoamericana de Fitopatología (ALF) en el año 1994. También, las autoridades del Consejo Deliberante de la ciudad de Mar del Plata lo reconocieron como Visitante Ilustre de la Ciudad, por su aporte a la investigación y desarrollo de los estudios de Fitopatología.

Finalmente deseo especialmente resaltar su figura, no solo por su contribución en el campo científico, sino también por las consecuencias sociales de su intensa labor, expresada en la formación de los jóvenes que abrazaron nuestra carrera y en las soluciones brindadas, que mitigaron las angustias de diversos sectores productivos[2].

 

[1] Nota necrológica para Anales de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria (en prensa).

[2] El Ing. Agr. Manuel Fernández Valiela falleció en Buenos Aires el 29 de agosto de 2015 a los 105 años de edad (N. del E.).