por el Dr. Jorge L. Frangi1

Español, joven, alto, delgado, rubio y de cabellos rizados Angel L. Cabrera llegó a la Argentina, junto a sus padres y hermana, para radicarse en La Plata. Había nacido en Madrid el 19 de octubre de 1908. Su abuelo fue el primer obispo anglicano en España. Su padre, Angel Cabrera, un destacado zoólogo y paleontólogo que trabajó en el Museo de Historia Natural de Madrid. También se dedicó a escribir cuentos para niños con narraciones zoológicas. Angel Lulio admiraba profundamente a su padre que fue su ejemplo de vida. Su niñez y adolescencia transcurrieron en España, leyendo novelas sobre la naturaleza, con preferencia de las aventuras marineras, y disfrutando de vacaciones familiares en la Sierra de Guadarrama que formaba parte de su bagaje de recuerdos imborrables. Soñaba con ser cónsul y recorrer el mundo. Su llegada a la Argentina en 1925 estuvo vinculada a la contratación de su padre por el Museo de La Plata. A poco de llegar, Cabrera inició allí sus estudios del Doctorado en Ciencias Naturales, que culminaron en 1931, abandonando la idea de estudiar abogacía para dedicarse a la diplomacia. La elección de la Botánica fue temprana. A los 18 años, asistiendo a su padre en un viaje a la Patagonia, descubrió que era más agradable herborizar plantas que taxidermizar animales. En aquellos años conoció y fue alumno oyente de Lorenzo R. Parodi, quién fue determinante en la formación botánica de Cabrera quién lo consideró su maestro. Parodi, a la sazón Profesor de las Facultades de Agronomía de Buenos Aires y de La Plata, tuvo a Cabrera como Jefe de Trabajos Prácticos de su cátedra en La Plata. Cabrera atesoraba entre sus recuerdos a las visitas de Parodi en su casa de Buenos Aires, donde disfrutaba de su charla y biblioteca y en donde coincidían con Arturo Burkart. A ciertos trabajos sobre Gramíneas de Parodi, los consideró modelos a imitar en su obra sobre las Compuestas.

Estuvo casado con Sara Amavet, con quién tuvo tres hijas (Marisa, Susana y Elisa). Sara fue una compañera ideal, estimulante y admirable, que le dió el sosiego y soporte para su crecimiento pleno.

Su actividad docente la desarrolló en el Museo de La Plata; sin embargo también lo ejerció en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Recorrió toda la escala docente hasta la categoría de Profesor Emérito. Dirigió 20 tesis doctorales y formó innumerables discípulos, entre ellos Genoveva Dawson, Humberto A. Fabris, Jorge Morello y Otto Solbrig. Se desempeñó en cátedras de Botánica, Latín y Nomenclatura Científica y Fitogeografía y Ecología Vegetal. Tuvo visión de futuro en todo lo que hizo. Junto con el Dr. Raúl Ringuelet a fines de la década de 1960 dio origen a la Carera de Licenciatura en Ecología en la UNLP, la primera del país en su tipo. De conversación amena y conceptos claros sus clases eran oasis de aprendizaje. Disfrutaba de sus viajes con grupos pequeños de alumnos a quienes seleccionaba cuidadosamente y apreciaba en ellos el interés académico, la calidad humana y la iniciativa. En cada viaje se amalgamaban una dura tarea de colección de sol a sol con explicaciones y enseñanzas sobre los ejemplares, una natural división de tareas y un sano y divertido ambiente. Viajero incansable, Cabrera era un bromista innato, de humor refinado, un cuentista de extraordinaria gracia y su anecdotario era interminable, pero ello no le distraía de su objetivo; le bastaba ver una planta de su interés a 100 m del vehículo para hacer detener la marcha, colecciomar y explicar de qué se trataba.

Amaba el deporte y la grandiosidad de la naturaleza, disfrutaba de la fuerza y el silencio de la misma, y de los amaneceres en el campo; tal vez ello explique su pasión por la navegación a vela. Le disgustaban las veladas nocturnas, las reuniones multidudinarias, los ambientes urbanos y los puestos jerárquicos. Prefería un amanecer en el río agasajando a sus invitados con un desayuno en su velero que asistir a una reunión social nocturna.

Disfrutaba más de alojarse en una casita puneña que hospedarse en un hotel de lujo. Era sencillo, austero, y de trato delicado y amistoso con cada persona que conocía por humilde que fuera. Siempre realizó sus investigaciones con recursos muy escasos; sin embargo, nos recordaba de dar propinas indicando, afirmando, que se representaba al Museo de La Plata. Jamás quiso ser decano y solía decir: “Decano no, ¡amigo del Decano!”.

En 1945 fundó la Sociedad Argentina de Botánica que continúa siendo la más prestigiosa institución que convoca y difunde la actividad de los botánicos del país. Fue Director de tres de las principales revistas botánicas argentinas: el Boletín de la Sociedad Argentina de Botánica, Darwiniana y Hickenia.

Condujo la División Plantas Vasculares (actualmente Departamento Científico) del Museo de La Plata sin dar órdenes, sino con su ejemplo de trabajo, talento y don de gentes y eso constituyó una escuela de formación botánica y humana que marcó toda una época dejando huellas imborrables en varias generaciones de discípulos. Fue un empedernido coleccionista de plantas. Desde 1946 en que se hizo cargo del herbario, de pocos miles de ejemplares de la División mencionada, a su retiro aquel creció a cerca de 500.000 ejemplares. Posteriormente, entre 1976 y 1982, se desempeñó como Director del Instituto de Botánica Darwinion, en San Isidro, sin haber abandonado nunca su condición de investigador del Museo de La Plata.

Cabrera era la quintaesencia del investigador, un curioso de la naturaleza, tenía deseos y necesidad de conocer todas las plantas, por eso amaba la Taxonomía. Su labor científica ha sido reconocida en el país donde alcanzó la categoría de Investigador Emérito del CONICET y en el mundo. Su producción es notable en calidad y cantidad, habiendo publicado más de 230 artículos, capítulos, libros, monografías, notas de viaje y otros, acerca de botánica sistemática, fitosociología, fitogeografía argentina y biogeografía de América Latina. Sin embargo, su centro de atención fueron siempre las Compuestas. Fue un impulsor sin parangón de las floras regionales de la Argentina; dirigió y contribuyó a varias de ellas y bajo su dirección se concluyó la primera flora provincial: Flora de Buenos Aires.

Botánicos de todo el mundo designaron con su nombre más de 50 especies de plantas. Recibió 6 premios nacionales y extranjeros. Ha sido Research Associate del Gray Herbarium (EEUU), miembro de la Academy of Natural Sciences of Philadelphia (EEUU), de la Sociedad Peruana de Ciencias Naturales, del Instituto de Ciencias Naturales del Ecuador, de la Sociedad Venezolana de Ciencias Naturales, de la Sociedad Cubana de Botánica, de la Academia Chilena de Ciencias Naturales, de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba (Argentina), de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (Argentina) y de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria (Argentina).

Recorrió el mundo asistiendo a congresos, cumpliendo con representaciones y efectuando estadías en herbarios; asimismo, recorrió los más recónditos lugares de la Argentina en búsqueda y colección de plantas y en el estudio de la vegetación.

Cabrera fue no sólo un hombre de virtudes destacables y conocimientos superiores, sino que además esas virtudes reflejaron la fidelidad a sus principios y amores esenciales. Vivió para y por la Botánica, y consolidó con su esposa una pareja inseparable y feliz. Fue un auténtico Maestro que formó con el ejemplo de persona íntegra. Su figura, su hablar pausado y su tono de voz que conservaba el acento madrileño, le daban un aspecto casi frágil; pero se tornaba gigante, facisnante, cuando hablaba de plantas y su talento y sabiduría emergían sin grandilocuencia ni estridencias. A pesar que se esforzaba en atribuir a la casualidad muchos de las felices acontecimientos que signaron su vida de botánico, era obvio que estas eran producto del reconocimiento a su sapiencia y dedicación y a su genio amistoso y sencillo. Fue español de cuna y argentino de convicción. Si alguna vez quiso ser cónsul español, hoy a la luz de su vida y obra, debería ser considerado el gran embajador botánico de la Argentina. Cabrera nos dejó el 8 de julio de 1999.
_________
1 Biografía publicada en Anales de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria 53:20-22. 1999.