por el Ing. Agr. Dr. Jorge Tacchini[1]

 

Pertenecía al grupo de jóvenes docentes contratados por el Rector Edmundo Correas en Buenos Aires. Nijensohn nació en esa ciudad el 6 de agosto de 1918. Ya había demostrado su valía obteniendo el diploma de Ingeniero Agrónomo en la Universidad de Buenos Aires a los 21 años de edad. En el libro que se publicó en 2009 para conmemorar los 70 años de vida de la Universidad, él mismo cuenta cómo se produjo su ingreso a la Universidad Nacional de Cuyo: “A dos años de mi graduación en la Universidad de Buenos Aires, donde de inmediato me dediqué a la investigación y a la docencia y publiqué el primer trabajo, me sorprendió, en febrero de 1942, una designación telegráfica para ocupar, a partir del próximo abril, la Cátedra de Química Agrícola a tiempo completo, teoría y práctica, en el tercer año de la Escuela de Agronomía, entonces dependiente de la Facultad de Ciencias, luego Facultad de Ciencias Agrarias. Era que, y sin saberlo yo, el Decano de mi “Alma mater” había propuesto mi nombre respondiendo a la requisitoria del Rector Fundador de la Universidad Nacional de Cuyo en búsqueda de docentes para los nuevos cursos que se iban abriendo a partir de su fundación, en agosto de 1939.”

El nuevo profesional aceptó y, al llegar a Mendoza, fue recibido sin espera alguna y con cordialidad, por el Rector que le prometió ayuda para montar el laboratorio. La recepción de los alumnos fue menos efusiva. Cuenta Nijensohn; “Al día siguiente recibí, en la pensión donde me alojé, la visita de una delegación de alumnos del tercer curso, todos mayores que yo, quienes con toda crudeza me espetaron: `Mire Ingeniero, ya somos gente grande y casi todos hemos cursado el Liceo Agrícola y estamos cansados de profesores improvisados. Si Usted va a satisfacer nuestras aspiraciones lo vamos a apoyar, si no, le pediremos la renuncia a las pocas semanas.’”

Esta anécdota refleja claramente el poder que tenían los estudiantes en los inicios de la Universidad. La amenaza de pedir la renuncia fue totalmente innecesaria en el caso del Profesor Nijensohn que, a pesar de su juventud, manejó con altura la situación. Estableció relaciones de respeto recíproco, logró que sus discípulos aceptaran un mayor tiempo de prácticas en el laboratorio, propició discusiones sobre la parte teórica e interrogatorios previos para evitar inútiles bochornos en el examen final. Era la receta correcta, considerando también el escaso número de estudiantes que permitía una relación personalizada con sus profesores. El prestigio adquirido rápidamente por el joven docente fue una de las causas de envidia de otros que no pudieron emularlo. Surgió ese ambiente de sórdidas calumnias que desembocó en acusaciones de que Nijensohn usaba el laboratorio de Química Agrícola para realizar análisis en beneficio propio. Según los comentarios de la época, el delator, cuyo nombre debe mantenerse en reserva por falta de pruebas escritas, era un fanático antisemita.

Nijensohn se distinguió de inmediato como docente equilibrado y muy apreciado por sus alumnos, ya que su desempeño fue alentado por un profundo respeto, cariño y responsabilidad hacia ellos. Adoptó, en los exámenes, la capilla a libro abierto y comenzaba la prueba con la exposición y discusión de un tema a elección del examinado. También introdujo los cuestionarios de respuesta anónima después de cada clase, para evaluarlos y en la siguiente dedicar una introducción para reforzar los conceptos que estimaba como no asimilados.

Se destacó también por su capacidad como conductor de un importante equipo de investigación de las tres cátedras que componían el instituto por él dirigido. Cincuenta y cinco graduados colaboraron con el Instituto de Suelos y Riego, a lo largo de su carrera, la mayoría de los cuales son coautores de comunicaciones y trabajos.

En el campo de los problemas de salinidad de suelos y de agua de riego hizo aportes relevantes en las metodologías de diagnóstico, desarrollando técnicas originales para cuantificar los valores de intercambio catiónico en suelos salinos-yesosos, para el análisis físico de la concentración salina y determinación de la conductividad de extractos salinos. Los avances teóricos se complementaron con aplicaciones prácticas cuando demostró, como experto en suelos del proyecto de colonización del Río Dulce, la posibilidad de incorporar al cultivo regadío suelos salinos sódicos, considerados, hasta entonces, estériles, logrando excelentes rendimientos en algodón, girasol y remolacha forrajera.

En el tema de fertilidad del suelo y nutrición mineral, los aportes de Nijensohn y sus colaboradores son de mucha significación. Probaron que el fósforo solo o conjuntamente con nitrógeno es el nutrimento al que más responden los cultivos regadíos mendocinos. Establecieron una metodología de diagnóstico a través de extracciones carbónicas hasta ahora no superada, aun considerando técnicas más completas y aparentemente más racionales.

En colaboración con el Ingeniero Wainstein, analizó las modificaciones positivas con la incorporación de distintos tipos de abono verde en los niveles de fósforo disponibles y en la actividad físico-química en general.

Los ensayos de acceder a la planta vía raíces, aumentando enormemente la eficiencia de recuperación de fertilizantes por las plantas, constituyeron una contribución muy original y útil. Para ello se estimula la formación de raíces adventicias mantenidas fuera del suelo, envueltas en tipos de macetas plásticas, en un medio inerte, y se introduce en ellas el fertilizante. Este método dio excelentes resultados en vides.

En el campo de las relaciones suelo-agua-planta, Nijemsohn trabajó en equipo con el Profesor Grassi. Se realizaron diagnósticos de necesidades de riego y se estudió la respuesta de los cultivos locales a distintos regímenes de riego. Pueden mencionarse como avances tecnológicos de importancia el perfeccionamiento de un método rápido de campo, por presiometría de acetileno, para determinar el contenido hídrico edáfico y un tensiómetro original, con vacuómetro de acople múltiple, que abarata sensiblemente las instalaciones de redes de control, con la finalidad de conocer la oportunidad de riego. En total, la producción de Nijensohn abarca unas doscientas publicaciones y comunicaciones.

Contribuyó al reconocimiento internacional de nuestra Facultad como centro de estudios de agricultura regadía logrando, como presidente del comité organizador, que fuera elegida como sede del Primer Congreso Latinoamericano de la Ciencia del Suelo, en abril de 1962, acontecimiento de amplia repercusión en Sur y Centroamérica. Cabe recordar que la asistencia al acto inaugural fue la última aparición pública del Gobernador Ingeniero Francisco Gabrielli, democráticamente electo, antes de ser intervenida la Provincia de Mendoza.

Junto con Grassi, Nijensohn dio cursos intensivos para graduados de manejo del suelo y del riego en Bolivia y Ecuador y participó en seminarios en Brasil, México, Venezuela y en Utah, EE. UU. Desde la década de los 70, se desempeñó como Investigador del CONICET alcanzando la categoría de Principal simultáneamente con su función en la Facultad.

En los años “calientes”, a partir de 1974, los estudiantes adquirieron mucho poder, durante el gobierno de Cámpora. Obligaron a los profesores a presentarse frente a una asamblea evaluadora formada por los alumnos que discutían sus proyectos y exigían autocrítica. Recuerdo que Nijensohn se portó con mucha dignidad y criticó algunos slogans políticos de la época, que constituían lugares comunes, uno de ellos que sólo puede creer una persona que ignora la historia de la humanidad es el de que el pueblo nunca se equivoca. En general eran ingenuos y gastados por uso excesivo. También se formaron comisiones para volver a fijar objetivos. Nijensohn presidió la que debía producir una nueva definición de la Universidad. Logró corregir los planteos radicalizados estudiantiles y presentó una definición equilibrada que fue grabada en cerámica, en el ingreso de la Facultad.

A pesar de su intachable conducta, fue uno de los candidatos a la expulsión en 1976. Al parecer, lo salvó una carta dirigida por el Ejército al Rector Interventor de nuestra Universidad, Comodoro Ruiz, pidiendo aclaraciones respecto de la persecución que sufría. Esta intervención bloqueó la expulsión, aunque un año después cuando todos los docentes fueron confirmados, la decisión referente a Nijensohn sufrió atrasos que causaron, de nuevo, temores con respecto a su continuidad en la función. Por suerte, prevaleció la razón sobre rencores infundados y pudo continuar en su fructífera función.

Nijensohn fue también el primer docente de la Facultad designado como Académico Correspondiente de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria[2].

Ya jubilado, en 1968, obtuvo el grado de “Doctor en Ciencias Agrarias” concedido por la Universidad Nacional de Cuyo con una tesis que resumía sus contribuciones en 50 años de carrera académica. En 2005 recibió el premio “San Martín Agricultor” otorgado por el Centro de Ingenieros Agrónomos de Mendoza que lo cuenta como uno de sus fundadores y Presidentes..

Como conclusión, el mérito principal de Nijensohn fue el de haber merecido siempre la estima y consideración de sus estudiantes. Nadie se atrevió a discutir su liderazgo natural que lo colocó en todo momento en los escalones más altos, como docente e investigador de la Facultad.[3]

[1] Semblanza del Ing. Agr. Dr. León Nijensohn publicada en la obra del autor “Historia de la Facultad de Ciencias Agrarias Universidad Nacional de Cuyo” (Mendoza, Universidad Nac. de Cuyo, 2018. p. 84-85 y 166-167). Reproducido con autorización del autor.

[2] El Prof. León Nijensohn fue designado Académico Correspondiente de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria el 11 de septiembre de 1976 (N. del E.).

[3] León Nijensohn falleció en Mendoza el 16 de febrero de 2016 a los 97 años de Edad (N. del E.).