por el Ing. Agr. José María Bustillo1

El Ing. Agr. Pedro T. Pagés[1], a quien conocí, y a quien he visto dedicarse infatigablemente a la organización agropecuaria del país, fue uno de los primeros agrónomos de la Escuela de Santa Catalina[2], escuela que tenía geográficamente una tradición agrícola, pues ahí se inició una colonización a base de granjeros británicos, proyectada por Rivadavia y que significó la incorporación al país, de valiosos elementos de progreso rural.

Pagés, profesionalmente, venció al escepticismo reinante, impuesto por la rutina. Ayudado por sus conocimientos agronómicos adquirió, en la práctica, una eficiencia que se tradujo en la innovación de los métodos de trabajo y un mejor régimen económico en la explotación.

Conociendo Pagés la importancia de la selección ganadera, consagró sus esfuerzos a la formación de su cabaña “La Josefina”, obteniendo sus productos importantes recompensas en las exposiciones a donde concurrieron. Crisis económicas, ajenas a su acción personal, pusieron a prueba su perseverancia. Debió experimentar, por cierto, verdadera amargura, cuando las circunstancias le obligaron a liquidar las 800 cabezas de pedigree Shorthorn, reunidas en muchos años de infatigable dedicación. En este sentido, Pagés corrió la suerte de tantos cabañeros argentinos, que han enriquecido el patrimonio nacional, pues mejorando la calidad de los ganados, conquistaron para el país una posición preponderante entre los mercados mundiales.

Desgraciadamente el Ing. Pedro Pagés, al igual de muchos otros, fue arrastrado a la política, que a veces, malogra esfuerzos bien intencionados, desvía energías que estarían mejor empleadas en muchas actividades de positiva utilidad social. Desempeñó cargos públicos de importancia, como ser: Diputado Nacional, Ministro de Obras Públicas de Buenos Aires[3], y en todos ellos, se caracterizó por iniciativas tendientes siempre al progreso agropecuario. Actuó también en la Comisión Directiva de la Sociedad Rural Argentina y tuvo el honor de presidirla en los períodos de 1922-1924, siendo reelegido hasta 1926. Durante esta última actuación, le correspondió presidir el Congreso Ganadero del Río de la Plata, al que concurrieron representantes de países vecinos, y donde se trataron cuestiones que repercutieron favorablemente en la defensa continental de la producción.

Podrá haberse disentido con opiniones del Ing. Agr. Pedro T. Pagés, pero cualquiera que hayan sido, equivocadas o no, tendrá siempre que reconocerse su incansable preocupación por el progreso agrario argentino y fue tan efectiva su acción, que esta Academia, a donde no llegan las pasiones -como acabo de decirlo-, lo incorporó a su seno, rindiendo justo homenaje a su labor profesional[4].

 

 

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[1] Nació en Buenos Aires el 2 de junio de 1867 siendo su padre Pedro Pagés y su madre Concepción Lascano (N. del E. con datos tomados de Pérez, Osvaldo A. Historia de la veterinaria en el Río de la Plata. Buenos Aires, 1994. p. 127).

[2] P. Pagés egresó en 1887 del Instituto Agronómico Veterinario, obteniendo en el examen final la nota de sobresaliente. Había ingresado en 1883 (N. del E. con datos tomados de Pérez, Osvaldo A. op. cit. p. 122).

[3] Fue Ministro de mayo a septiembre de 1930 durante la breve gobernación de Nereo Crovetto (N. del E.).

[4] El Ing. Pagés fue designado miembro de número de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria el 13 de febrero de 1925. Falleció el 29 de abril de 1938 (Nota del Editor).