por el Dr. Héctor G. Aramburu1

Fue un microbiólogo de nota y de sus contribuciones, muy cerca de 150, rescataré sólo una puesto que gracias a sus métodos de aceleración del diagnóstico incontable cantidad de niños, hoy ya hombres y mujeres y a su vez padres, escaparon a la muerte por difteria. Frente a este logro lo demás, aun teniendo merecimientos propios que muchos conocen, quedó opacado.

Manzullo nació en Buenos Aires el 9 de febrero de 1909 y se recibió de Doctor en Medicina Veterinaria en la Universidad Nacional de La Plata en 1931 y de Bacteriólogo Clínico e Industrial en 1933 y allí fue Profesor Titular y Emérito de Inmunología y Microbiología General y Decano de su alma mater. Fue también Profesor de Enfermedades Infecciosas en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires y perteneció al Instituto Malbrán, hoy Nacional de Microbiología, durante la que podríamos llamar época de oro, por sus hombres, por sus hallazgos y contribuciones a la salud.

Fue Presidente de la Sociedad de Medicina Veterinaria y Secretario de Actas, y Secretario de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria2 y durante su actuación en este cuerpo se estableció una fructífera relación con la Academia Nacional de Medicina, hermana mayor de las Academias Argentinas, que se concretó en varias sesiones científicas conjuntas que se ocuparon de temas afines a ambas y que continúa hoy vigorosamente.

Debe recordarse que Manzullo fue declarado, en 1989, Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires.

Manzullo fue un hombre de pocos compromisos y quizás de ninguno, lo que debemos atribuir no sólo a la firmeza de sus convicciones, producto de una sólida educación básica en un hogar ejemplar, sino también a su percepción de lo bueno y de lo malo, de lo justo y de lo injusto. Esto, por supuesto, le deparó no pocos disgustos y sinsabores, algunos de los cuales lo hicieron cruzar nuestra frontera. Muchas veces su temperamento meridional lo llevó a expresar sus puntos de vista sin alguno de los manerismos habituales de la vida de relación, lo que naturalmente le amargó alguno de sus días.

Manzullo estuvo acompañado en su vida por su esposa, Dama, una profesional de la Biología aunque no colega, que estuvo siempre a su lado, como la mochila de que habla Ramón y Cajal, hasta hace pocos años y que marcaron claramente la lenta declinación de nuestro amigo y su larga batalla contra el deterioro. Fue su esposa, amiga, impulsora y acompañante permanente; ¿qué más pudo querer?

Creemos que su contribución más saliente, estando todas estrechamente ligadas a la Microbiología, es la relacionada con el diagnóstico bacteriológico, el de certeza, de la difteria humana cuando era bacteriólogo Jefe de Sección en el hoy Instituto Nacional de Microbiología. En efecto, el Dr. Manzullo en colaboración y al impulso del recordado Maestro Sordelli, probablemente la mente más clara en Microbiología argentina, desarrolló el método de diagnóstico basado en un hisopo faringeo embebido en medio de cultivo al telurito el que vira su color al desarrollar en él el corynebacterio diftérico recogido de las fauces del enfermo.

Debe recordarse que en aquellos tiempos la vida del enfermo dependía, ni más ni menos, de la rapidez y exactitud del diagnóstico para la institución del tratamiento por el suero y que el método de diagnóstico de Manzullo acortaba el tiempo del mismo, en muchos casos a sólo unas pocas horas. La difteria fue, hasta la llegada de la vacunación y los antibióticos, una de las más temibles enfermedades del hombre pero especialmente de los niños en sus primeros años.

Es del caso citar que en reconocimiento a sus tareas en bien de la Salud Pública sus amigos organizaron la Fundación Manzullo, de la que fue Presidente, la que periódicamente confiere un premio relacionado con aportes en esa área del conocimiento y consagra a quienes han hecho el bien y se han destacado en Salud Pública, uno de los pilares de la Humanidad y campo de acción de nuestro amigo que se fue; seguirá, pues, siendo un benefactor.

No sería justo, sin embargo, dejar de mencionar que nuestro colega trabajó también en tifus exantemático en condiciones de campaña, con grave peligro de su vida y aportando datos originales, en botulismo, en infecciones hospitalarias por bacilo piociánico y en listeria monocitogénica, siendo además, autor de numerosos artículos científicos y del libro «Inmunoprofilaxis en Medicina Humana».

En apretado resumen: una vida profesional vivida intensamente, que puede servir de singular ejemplo y fuente de inspiración para las generaciones jóvenes que tratan de encontrar su camino.
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1 Biografía (revisada por el autor) publicada en Anales de la Acad. Nac. de Agr. y Vet. 53:16-17. 1999.
2 El Dr. Alfredo Manzullo fue designado académico de número el 21 de mayo de 1975.