por el Dr. Norberto P. Ras1

Sintetizar en pocas frases una vida tan fecunda, múltiple y elevada, requeriría mayor elocuencia que la mía. Esto tendrá la virtud compensatoria de que los hechos que yo narre acerca del Dr. Le Bretón, no adeuden nada al pobre ropaje de mi oratoria, sino que luzcan por sus méritos propios.

Distinguido Diputado Nacional desde 1914 y electo Senador por la Capital Federal desde 1922, a poco de ocupar su escaño senatorial, debió abdicarlo para asumir la responsabilidad de conducir el Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Nación, que le confiara el Presidente Alvear. Su discurso de renuncia al Senado revela hasta qué punto su mente clara valoraba la responsabilidad y el sacrificio de abandonar la tarea legislativa brillante a que su talento lo hacía acreedor, para colaborar en la obra administrativa aparentemente más oscura. Sin embargo, en sus tres años en el Ministerio, su colosal capacidad de trabajo, su lucidez y su sentido ético le ganaron el respeto más amplio y los comentarios más elogiosos. Su acción fue múltiple y consiguió que esa Secretaría de Estado alcanzara por vez primera la talla de un verdadero Ministerio de la producción, con funciones efectivas de fomento en las áreas más diversas.

La incorporación de nuevas actividades fue acompañada por una tarea profunda de concientización y selección de personal, que pasó a ser designado y promovido mediante exámenes y concursos rigurosos. La estructura de la Institución fue mejorada mediante la incorporación de servicios tan esenciales como la Dirección de Economía Rural y Estadística, la agilización de las prestaciones de la Defensa Agrícola, de la Dirección General de Ganadería y el lanzamiento de campañas intensas contra diversos flagelos de agricultura y ganadería y de promoción de rubros de interés nacional como lechería, algodón, cooperativas y muchos otros.

La investigación agrícola recibió un impulso poderoso, pues Le Bretón era un entusiasta de la ciencia y un firme propulsor del progreso tecnológico. Quedó como jalón de su actuación en este aspecto el apoyo brindado a las tareas fitotécnicas de Enrique Klein, Juan Williamson, Enrique Amos y otros pioneros. Entre las empresas visionarias de la época figura el lanzamiento de variedades de maíces híbridos en Pergamino, en la Facultad de Agronomía y Veterinaria de Buenos Aires y en Santa Fe, siguiendo muy de cerca a lo que estaba aconteciendo en los Estados Unidos, aunque el estancamiento argentino que se inició a partir de esos años y al que nos referiremos después con amplitud, haría que demorara más de 30 años su incorporación masiva al cultivo, tres veces más que lo que se tardó en los Estados Unidos.

Asesores extranjeros del más alto nivel fueron contratados sistemáticamente para asegurarse que el nivel tecnológico de la Argentina no tuviera punto que desear con el de los centros más adelantados del mundo.

Pero quisiéramos destacar que esa reactivación profunda que llenó de dinamismo y de ejecuciones materiales al Ministerio bajo el liderazgo de Le Bretón, tuvo una característica que le asigna un valor aún más destacable. Después de cumplidas con brillo todas las responsabilidades antiguas y las recientemente incorporadas, el Ministerio pudo anunciar con sencillez republicana algo casi increíble después de nuestra experiencia de las décadas pasadas. La meticulosa administración de los recursos presupuestarios regulares y de las partidas asignadas por leyes especiales, había permitido efectuar todo lo previsto, al nivel más alto. . . y dejado un superávit de casi medio millón de pesos moneda nacional, equivalentes a unos 550 millones de pesos ley o 5.500 millones de m/n de hoy.

¡Qué tiempos y qué hombres!

Pero no puede comprenderse la personalidad de Le Bretón sin hacer referencia a su talla como diplomático. Le tocó ocupar las embajadas de mayor importancia en esos años, ya que ocupó las de Washington, París y Londres. Tanto en esos cargos, como en las múltiples oportunidades en que integró misiones comerciales de importancia, de legaciones ante organismos internacionales y en eventos diversos, brilló su figura de estadista, de caballero y de incansable impulsor de la mejor imagen argentina en el exterior. Le tocó tomar parte destacada de la misión presidida por el vicepresidente Julio A. Roca (h.), que firmó en 1932 el pacto comercial con Runciman, el primer ministro de Gran Bretaña. Esta negociación permitió superar un momento muy difícil del comercio exterior argentino.

Tales eran sus inquietudes y sus impulsos patrióticos y progresistas que narran sus colaboradores del servicio exterior algunas divertidas y reveladoras anécdotas. Desde la embajada en Washington, Le Bretón, un joven abogado ciudadano, se convirtió en un ferviente admirador de la revolución tecnológica que se venía produciendo en la agricultura de los Estados Unidos y recorrió incansablemente estaciones experimentales y «Land Grant Colleges», estableciendo contactos estrechos y personales con los técnicos pioneros de las especialidades que consideraba aplicables en la Argentina. De esas innumerables visitas y relaciones recogió un material informativo enorme, que enviaba al Gobierno y dio en el procedimiento de usar el correo diplomático, resueltos los problemas prácticos del caso, como medio para enviar quintales de muestras de material genético que hoy está presente sin duda en casi todo el producto de la fitotecnia argentina. Recuerdan todavía con una sonrisa entre admirativa. y escandalizada algunos jubilados de nuestro servicio exterior los centenares de paquetes de todo porte que por orden del Embajador debían hacer llegar desde los centros de investigación visitados a los incipientes semilleros de la Argentina2.
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1 Semblanza (revisada por el autor) del Dr. Le Breton pronunciada con motivo de la incorporación del Dr. Norberto P. Ras como miembro de número de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria el 16 de mayo de 1977. Anales de la Acad. Nac. de Agr. y Vet. 30(4):16-18. 1977.
2 El Dr. Tomás Alberto Le Bretón nació en Buenos Aires el 20 de mayo de 1868 y falleció en Hurlingham (Bue
nos Aires) el 15 de febrero de 1959 [Nota del Editor].